Las Hogueras del año 1975. Las Cortes de Mil Quinientos Veinte.
Una de las constantes en el devenir de la historia de las Hogueras de San Juan de La Coruña ha sido siempre el ser fiel y respetuosos con nuestra historia. Quedan en el recuerdo magnificas exposiciones de cerámica popular gallega; fiestas populares de España; del traje Gallego y de los trajes tradicionales de España, pero sin duda alguna, uno de los montajes más ambiciosos de toda la historia de hogueras, fue el realizado en 1975 para rememorar lo acontecido un 26 de abril de 1520, cuando el Emperador Carlos I, reunió Cortes en nuestra ciudad a fin de conseguir los fondos suficientes para proclamarse Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. El viejo Convento- Iglesia de San Francisco fue testigo mudo de aquella jornada histórica para España y para la ciudad de La Coruña.
En los sesenta por disposición municipal y de la dirección de Bellas Artes, la primitiva iglesia, emplazada al lado de la actual y de la Jefatura de Artillería, hoy Museo Militar, comenzó a ser trasladada piedra a piedra hasta el lugar de los Puentes en pleno distrito cuarto y a tiro de piedra de la calle de Fernando Macias donde en 1962 nacieron nuestras hogueras. ¡Ah , los Puentes! Cuantos recuerdos infantiles de correrías, juegos, partidos de fútbol, reuniones al aire libre para asar alguna patata robada de las “leiras” limítrofes; juegos del escondite entre niños y niñas de nuestras calles. Parece que fue ayer, cuando el bueno de Luís “Sertucha”, organizaba los turnos de vela para mantener intacta la madera acumulada por nuestra pandilla en un solar, hoy ocupado por un flamante chalet en la el paseo de Ronda.
Ni que decir tiene que durante los años que duró la reconstrucción del templo, la obra en cuestión fue un inagotable vivero de madera robada que quemábamos en nuestra hoguera cada 23 de junio. Allí estaba Calimero, vigilante nocturno de la obra con muy malas intenciones, pues era un maestro en el lanzamiento de piedras, palos y toda clase de artefactos que encontraba a mano para lanzarnos . Me anda todavía en la cabeza porque se cabreaba tanto cuando le llamábamos a voz en grito ¡Calimero!, pues desconocíamos su nombre y creo que fue Beibo quien lo bautizó de esa guisa y él lo aceptó como propio.
Una vez abierta fue ocupada como lo es hasta la fecha por frailes Franciscanos. Nombres de frailes como Redondo, Benito, Lago o Montero quedarán para siempre en la memoria de aquella pandilla de chavales que les brindaron su aprecio.
Un buen día de enero de 1975, Cheche, presidente infatigable de la Comisión, nos presentó un proyecto para escenificar en aquella Iglesia de San Francisco, las Cortes de 1520. La labor era dificultosa pero se aceptó de buen grado. Cheche escribió al Archivo Nacional de Simancas y solicitó toda la documentación de cómo se habían desarrollado las sesiones de aquellas Cortes. El director del archivo, que era familiar de Chefa Sanz, compañera de junta directiva, remitió una copiosa información con la que revivir en el tiempo y escenificar los acuerdos tomados en aquella ocasión por Gatinara; Xevres; Gutiérrez de Fonseca; Ruíz de la Mota o los condes de Monterrey, Andrade o Villalar entre otros y que conmovieron a la sociedad de la época.
El primer paso estaba dado, ahora había que buscar un patrocinador pues la empresa requería vestuario, iluminación y decorados acordes. Se le remitió toda la documentación del proyecto a la Diputación Provincial que presidía Lino Rodríguez Madero quien desde el primer momento se entusiasmó con la idea y gracias a su generosa colaboración pudo cristalizar y llevarse a buen fin.
Se le encomendó la dirección artística a nuestro querido Pepín Redondo que en aquellos momentos dirigía el grupo teatral Tespis. La coordinación histórica la llevó a cabo otro magnífico colaborador de aquellos primeros años de las hogueras, el director del Casa de la Cultura Sr. Gil Merino.
La Iglesia se adecuó al ambiente que rodeó la celebración de aquellas Cortes. Sillas castellanas, lanzas. Mazas y fondo el sobrio Altar presidido por la imagen de San Francisco. Se confeccionaron para la ocasión dos enormes pendones con los cuarteles del Escudo imperial de Carlos . Durante tardes y tardes, en mi casa, mi recordada madre, María, acompañada por dos de nuestras Meigas Helena Villarquide y María José Arrojo, cosieron y volvieron a coser hasta terminar tan espectaculares pendones que se colgaron en los laterales de Altar Mayor. Es cierto que las primitivas Cortes no se celebraron en la Iglesia propiamente dicha sino en un recinto adyacente, el antiguo convento, del que no se conservó ningún resto. Lo único que persistió en el tiempo de aquel viejo Convento fue su Iglesia, la que ahora nos iba a servir como marco.
Pepe Redondo se trajo a sus actores del grupo Tespis para los principales papeles, alguno de ellos, como el Obispo de Badajoz, que pronunció el celebre discurso de la Corona, fue encarnado por Andrés Rey, rapsoda y magnífico actor vocacional ya que su profesión era la de cartero. Otro actor era el joven Miguel Couceiro que estudiaba formación profesional e hizo del Secretario Antonio de Villegas. Otro joven, este buen amigo, Víctor Barús fue el encargado de dar vida al procurador García Ruíz de la Mota que pronunció el discurso de “la república Cristiana” por supuesto en castellano antiguo.
La velada consistió en la presentación, explicación y proceso que corrió a cargo de Gil Merino. La entrada nominal de los procuradores, la llegada del rey, la apertura de sesiones y los discursos de varios de ellos. Todo escenificado de forma notoria por los diferentes actores y más de cien figurantes que con un excelente vestuario traído al efecto desde la sastrería madrileña Izquierdo, dieron vida al rey Carlos I, a sus procuradores, frailes, soldados, heraldos y pajes.
Una extraordinaria iluminación dejó la Iglesia impresionante y el apropiado fondo musical con cantatas renacentistas españolas, parecieron, por un momento, trasladarnos en el tiempo, sobre todo con la magnifica escenificación de la llegada del Rey, vencedor de franceses, turcos y protestantes, entre picas y antorchas con las dobles águilas de sus estandartes, emocionaron a cientos de coruñeses que llenaron aquella noche del 22 de junio de 1975, la Iglesia de San Francisco.
La presencia del Presidente de la Diputación Lino Rodríguez Madero acompañado pos su vicepresidente, José Luís Mariño Cea, nuestro querido “Chicho Balilla” y también flanqueado por nuestros queridos y entrañables Pepe Pena y Juan José Laredo, concejales a la sazón de nuestro Excmo. Ayuntamiento, realzó más el acto, adornado más, si cabe, con la belleza de Isabel García Vila, sexta Meiga Mayor acompañada por sus Meigas de Honor Julia Seoane ; Helena Villarquide; Mar Rodríguez; Beatriz Valladares; Mónica Miguez; María José Arrojo ; Nieves Fernández; Marisa López ; María Gromaz y Cristina González, que tampoco se quisieron perder aquella genuina escenificación teatral.
Todo bajo la atenta y feliz mirada del Padre Benito, amigo y gran persona y párroco de San Francisco, ¡cuantas tejas le romperíamos para colocar los dichosos pendones!.
Al finalizar y después de Beibo hiciera una notable demostración de su poder pirotécnico , encendiendo varios petardos de los de a “duro” que compraba en el arca de Noe del bueno de San Millán Repiso, una parte importante de la directiva se fue a hacer juicio crítico a la cafetería Yessi que estaba situada en la calle de Rubine. Allí, entre otros, Cheche, presidente creador; Carlos Vallo; Monchito Ceide; Julio Fernández y un servidor, seguimos entre risas, sobre todo por la presencia de Manolo “el radiadores”, -un personaje peculiar de aquella Coruña que nos tocó felizmente vivir-, disfrutando de nuestro éxito.
Pero el trabajo no se detenía e iba a continuar en pocas horas, las que faltaban para que en el paraninfo del instituto Eusebio da Guarda, proclamásemos a la sexta meiga Mayor de las Hogueras de San Juan. Eran exactamente las tres de la madrugada del ya 23 de junio de 1975.
La Coruña 6 de Mayo de 2009.
Calin Fernández Barallobre
Una de las constantes en el devenir de la historia de las Hogueras de San Juan de La Coruña ha sido siempre el ser fiel y respetuosos con nuestra historia. Quedan en el recuerdo magnificas exposiciones de cerámica popular gallega; fiestas populares de España; del traje Gallego y de los trajes tradicionales de España, pero sin duda alguna, uno de los montajes más ambiciosos de toda la historia de hogueras, fue el realizado en 1975 para rememorar lo acontecido un 26 de abril de 1520, cuando el Emperador Carlos I, reunió Cortes en nuestra ciudad a fin de conseguir los fondos suficientes para proclamarse Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. El viejo Convento- Iglesia de San Francisco fue testigo mudo de aquella jornada histórica para España y para la ciudad de La Coruña.
En los sesenta por disposición municipal y de la dirección de Bellas Artes, la primitiva iglesia, emplazada al lado de la actual y de la Jefatura de Artillería, hoy Museo Militar, comenzó a ser trasladada piedra a piedra hasta el lugar de los Puentes en pleno distrito cuarto y a tiro de piedra de la calle de Fernando Macias donde en 1962 nacieron nuestras hogueras. ¡Ah , los Puentes! Cuantos recuerdos infantiles de correrías, juegos, partidos de fútbol, reuniones al aire libre para asar alguna patata robada de las “leiras” limítrofes; juegos del escondite entre niños y niñas de nuestras calles. Parece que fue ayer, cuando el bueno de Luís “Sertucha”, organizaba los turnos de vela para mantener intacta la madera acumulada por nuestra pandilla en un solar, hoy ocupado por un flamante chalet en la el paseo de Ronda.
Ni que decir tiene que durante los años que duró la reconstrucción del templo, la obra en cuestión fue un inagotable vivero de madera robada que quemábamos en nuestra hoguera cada 23 de junio. Allí estaba Calimero, vigilante nocturno de la obra con muy malas intenciones, pues era un maestro en el lanzamiento de piedras, palos y toda clase de artefactos que encontraba a mano para lanzarnos . Me anda todavía en la cabeza porque se cabreaba tanto cuando le llamábamos a voz en grito ¡Calimero!, pues desconocíamos su nombre y creo que fue Beibo quien lo bautizó de esa guisa y él lo aceptó como propio.
Una vez abierta fue ocupada como lo es hasta la fecha por frailes Franciscanos. Nombres de frailes como Redondo, Benito, Lago o Montero quedarán para siempre en la memoria de aquella pandilla de chavales que les brindaron su aprecio.
Un buen día de enero de 1975, Cheche, presidente infatigable de la Comisión, nos presentó un proyecto para escenificar en aquella Iglesia de San Francisco, las Cortes de 1520. La labor era dificultosa pero se aceptó de buen grado. Cheche escribió al Archivo Nacional de Simancas y solicitó toda la documentación de cómo se habían desarrollado las sesiones de aquellas Cortes. El director del archivo, que era familiar de Chefa Sanz, compañera de junta directiva, remitió una copiosa información con la que revivir en el tiempo y escenificar los acuerdos tomados en aquella ocasión por Gatinara; Xevres; Gutiérrez de Fonseca; Ruíz de la Mota o los condes de Monterrey, Andrade o Villalar entre otros y que conmovieron a la sociedad de la época.
El primer paso estaba dado, ahora había que buscar un patrocinador pues la empresa requería vestuario, iluminación y decorados acordes. Se le remitió toda la documentación del proyecto a la Diputación Provincial que presidía Lino Rodríguez Madero quien desde el primer momento se entusiasmó con la idea y gracias a su generosa colaboración pudo cristalizar y llevarse a buen fin.
Se le encomendó la dirección artística a nuestro querido Pepín Redondo que en aquellos momentos dirigía el grupo teatral Tespis. La coordinación histórica la llevó a cabo otro magnífico colaborador de aquellos primeros años de las hogueras, el director del Casa de la Cultura Sr. Gil Merino.
La Iglesia se adecuó al ambiente que rodeó la celebración de aquellas Cortes. Sillas castellanas, lanzas. Mazas y fondo el sobrio Altar presidido por la imagen de San Francisco. Se confeccionaron para la ocasión dos enormes pendones con los cuarteles del Escudo imperial de Carlos . Durante tardes y tardes, en mi casa, mi recordada madre, María, acompañada por dos de nuestras Meigas Helena Villarquide y María José Arrojo, cosieron y volvieron a coser hasta terminar tan espectaculares pendones que se colgaron en los laterales de Altar Mayor. Es cierto que las primitivas Cortes no se celebraron en la Iglesia propiamente dicha sino en un recinto adyacente, el antiguo convento, del que no se conservó ningún resto. Lo único que persistió en el tiempo de aquel viejo Convento fue su Iglesia, la que ahora nos iba a servir como marco.
Pepe Redondo se trajo a sus actores del grupo Tespis para los principales papeles, alguno de ellos, como el Obispo de Badajoz, que pronunció el celebre discurso de la Corona, fue encarnado por Andrés Rey, rapsoda y magnífico actor vocacional ya que su profesión era la de cartero. Otro actor era el joven Miguel Couceiro que estudiaba formación profesional e hizo del Secretario Antonio de Villegas. Otro joven, este buen amigo, Víctor Barús fue el encargado de dar vida al procurador García Ruíz de la Mota que pronunció el discurso de “la república Cristiana” por supuesto en castellano antiguo.
La velada consistió en la presentación, explicación y proceso que corrió a cargo de Gil Merino. La entrada nominal de los procuradores, la llegada del rey, la apertura de sesiones y los discursos de varios de ellos. Todo escenificado de forma notoria por los diferentes actores y más de cien figurantes que con un excelente vestuario traído al efecto desde la sastrería madrileña Izquierdo, dieron vida al rey Carlos I, a sus procuradores, frailes, soldados, heraldos y pajes.
Una extraordinaria iluminación dejó la Iglesia impresionante y el apropiado fondo musical con cantatas renacentistas españolas, parecieron, por un momento, trasladarnos en el tiempo, sobre todo con la magnifica escenificación de la llegada del Rey, vencedor de franceses, turcos y protestantes, entre picas y antorchas con las dobles águilas de sus estandartes, emocionaron a cientos de coruñeses que llenaron aquella noche del 22 de junio de 1975, la Iglesia de San Francisco.
La presencia del Presidente de la Diputación Lino Rodríguez Madero acompañado pos su vicepresidente, José Luís Mariño Cea, nuestro querido “Chicho Balilla” y también flanqueado por nuestros queridos y entrañables Pepe Pena y Juan José Laredo, concejales a la sazón de nuestro Excmo. Ayuntamiento, realzó más el acto, adornado más, si cabe, con la belleza de Isabel García Vila, sexta Meiga Mayor acompañada por sus Meigas de Honor Julia Seoane ; Helena Villarquide; Mar Rodríguez; Beatriz Valladares; Mónica Miguez; María José Arrojo ; Nieves Fernández; Marisa López ; María Gromaz y Cristina González, que tampoco se quisieron perder aquella genuina escenificación teatral.
Todo bajo la atenta y feliz mirada del Padre Benito, amigo y gran persona y párroco de San Francisco, ¡cuantas tejas le romperíamos para colocar los dichosos pendones!.
Al finalizar y después de Beibo hiciera una notable demostración de su poder pirotécnico , encendiendo varios petardos de los de a “duro” que compraba en el arca de Noe del bueno de San Millán Repiso, una parte importante de la directiva se fue a hacer juicio crítico a la cafetería Yessi que estaba situada en la calle de Rubine. Allí, entre otros, Cheche, presidente creador; Carlos Vallo; Monchito Ceide; Julio Fernández y un servidor, seguimos entre risas, sobre todo por la presencia de Manolo “el radiadores”, -un personaje peculiar de aquella Coruña que nos tocó felizmente vivir-, disfrutando de nuestro éxito.
Pero el trabajo no se detenía e iba a continuar en pocas horas, las que faltaban para que en el paraninfo del instituto Eusebio da Guarda, proclamásemos a la sexta meiga Mayor de las Hogueras de San Juan. Eran exactamente las tres de la madrugada del ya 23 de junio de 1975.
La Coruña 6 de Mayo de 2009.
Calin Fernández Barallobre
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